Aunque
es cierto que el “machito” siempre ha estado presente en nuestra sociedad y que
mucho se ha hablado del tema, esta vez quiero abordarlo, dentro de las
hipótesis a las que me he venido refiriendo, desde la perspectiva de que somos
las mujeres, a partir de nuestras “necesidades”, quienes los hemos, de cierta
manera, incitado a seguir con ese cuento aburridor y anticuado del “mero
macho”.
Tal
y como he venido escribiendo, creo que muchas veces somos las mujeres las que
perdemos el norte y nuestra esencia y empezamos a “robarle” el rol a los
hombres; cuando esto pasa generalmente entramos en una competencia con nuestra
pareja y adivinen que, a nadie le gusta perder! Y en ese entendido claramente
el hombre, la mayoría de las veces, sale a defender lo que es suyo y si ya era
“machito” pues se va a poner peor pues tiene que demostrar quién es quién y
quién es él.
A
ningún hombre le gusta parecer el bobo del paseo (así de hecho lo sea) y cuando
nosotros queremos dárnoslas de “muy malas”, salvo que de verdad lo seamos, lo
único que vamos a ocasionar con eso es que el hombre se ponga alerta y salga a
defender su rol a costa de lo que sea, pues a nadie le gusta que le quiten lo
que es suyo. Y sí, hay que decir que esta no es la mejor solución, de hecho es
pésima, pues aquel que no tiene problemas con su masculinidad y con ser quien
es no tienen que estar todo el tiempo demostrando lo “macho-alfa” y no estaría
dejando al descubierto todo el tiempo su complejo de inferioridad. Pero la
realidad es otra y meterse a competir con la masculinidad de un hombre (que
tampoco nos corresponde y también es pésima idea) lo pone más masculino, es
decir, más “mero macho”, por lo tanto, si no queremos alborotar a la bestia no
nos pongamos a ser como ella.
Hay
hombres que saben llevar muy bien su masculinidad y que, si no nos entrometemos
con ella, suelen ser bastante equilibrados. El problema es cuando por nuestras
inseguridades, si las de nosotros las mujeres, les recordamos las de ellos y
las cosas se empiezan a poner un poco tensas y en vez de caer en cuenta de que
le estamos echando leña al fuego y la cosa se va a poner peor, seguimos y además
le agregamos gasolina, no tiene sentido!
*En la próxima entrada, dentro de 8 días, hablare del amor y nuestras contradicciones.
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